el momento en que, impidiendo enervarse nuestra
sensibilidad en los adormecimientos del ocio, se convierte en el
vigilante estímulo de la acción.
En tal sentido, se ha dicho bien que hay pesimismos que tienen la
significación de un optimismo paradógico. Muy lejos de suponer la
renuncia y la condenación de la existencia, ellos propagan, con su
descontento de lo actual, la necesidad de renovarla. Lo que a la
humanidad importa salvar contra toda negación pesimista, es, no tanto
la idea de la relativa bondad de lo presente, sino la de la posibilidad de
llegar a un término mejor por el desenvolvimiento de la vida,
apresurado y orientado mediante esfuerzo de los hombres. La fe en el
porvenir, la confianza en la eficacia del esfuerzo humano, son el
antecedente necesario de toda acción enérgica y de todo propósito
fecundo. Tal es la razón por la que he querido comenzar
encareciéndoos la inmortal excelencia de esa fe que, siendo en la
juventud un instinto, no debe necesitar seros impuesta por ninguna
enseñanza, puesto que la encontraréis indefectiblemente dejando actuar
en el fondo de vuestro ser la sugestión divina de la Naturaleza.
Animados por ese sentimiento, entrad, pues, a la vida, que os abre sus
hondos horizontes, con la noble ambición de hacer sentir vuestra
presencia en ella desde el momento en que la afrontéis con la altiva
mirada del conquistador.--Toca al espíritu juvenil la iniciativa audaz, la
genialidad innovadora.--Quizá universalmente, hoy, la acción y la
influencia de la juventud son en la marcha de las sociedades humanas
menos efectivas e intensas que debieran ser. Gastón Deschamps lo
hacía notar en Francia, hace poco, comentando la iniciación tardía de
las jóvenes generaciones, en la vida pública y la cultura de aquel pueblo,
y la escasa originalidad con que ellas contribuyen al trazado de las
ideas dominantes. Mis impresiones del presente de América, en cuanto
ellas pueden tener un carácter general a pesar del doloroso aislamiento
en que viven los pueblos que la componen, justificarían acaso una
observación parecida.--Y sin embargo, yo creo ver expresada en todas
partes la necesidad de una activa revelación de fuerzas nuevas; yo creo
que América necesita grandemente de su juventud.--He ahí por qué os
hablo. He ahí por qué me interesa extraordinariamente la orientación
moral de vuestro espíritu. La energía de vuestra palabra y vuestro
ejemplo puede llegar hasta incorporar las fuerzas vivas del pasado a la
obra del futuro. Pienso con Michelet que el verdadero concepto de la
educación no abarca sólo la cultura del espíritu de los hijos por la
experiencia de los padres, sino también, y con frecuencia mucho más,
la del espíritu de los padres por la inspiración innovadora de los hijos.
Hablemos, pues, de cómo consideraréis la vida que os espera.
* * *
La divergencia de las vocaciones personales imprimirá diversos
sentidos a vuestra actividad, y hará predominar una disposición, una
aptitud determinada, en el espíritu de cada uno de vosotros.--Los unos
seréis hombres de ciencia; los otros seréis hombres de arte; los otros
seréis hombres de acción.--Pero por encima de los afectos que hayan de
vincularos individualmente a distintas aplicaciones y distintos modos
de la vida, debe velar, en lo íntimo de vuestra alma, la conciencia de la
unidad fundamental de nuestra naturaleza, que exige que cada
individuo humano sea, ante todo y sobre todo, otra cosa, un ejemplar
no mutilado de la humanidad, en el que ninguna noble facultad del
espíritu quede obliterada y ningún alto interés de todos pierda su virtud
comunicativa. Antes que las modificaciones de profesión y de cultura,
está el cumplimiento del destino común de los seres racionales. «Hay
una profesión universal, que es la de hombre», ha dicho
admirablemente Guyau. Y Renán, recordando, a propósito de las
civilizaciones desequilibradas y parciales, que el fin de la criatura
humana no puede ser exclusivamente saber, ni sentir, ni imaginar, sino
ser real y enteramente humana, define el ideal de perfección a que ella
debe encaminar sus energías como la posibilidad de ofrecer en un tipo
individual un cuadro abreviado de la especie.
Aspirad, pues, a desarrollar en lo posible, no un solo aspecto, sino la
plenitud de vuestro ser. No os encojáis de hombros delante de ninguna
noble y fecunda manifestación de la naturaleza humana, a pretexto de
que vuestra organización individual os liga con preferencia a
manifestaciones diferentes. Sed espectadores atentos allí donde no
podáis ser actores.--Cuando cierto falsísimo y vulgarizado concepto de
la educación, que la imagina subordinada exclusivamente al fin
utilitario, se empeña en mutilar, por medio de ese utilitarismo y de una
especialización prematura, la integridad natural de los espíritus, y
anhela proscribir de la enseñanza todo elemento desinteresado e ideal,
no repara suficientemente en el peligro de preparar para el porvenir
espíritus estrechos que, incapaces de considerar más que el único
aspecto de la

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