La Fontana de Oro

Benito Pérez Galdós
La Fontana de Oro

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Title: La Fontana de Oro
Author: Benito Pérez Galdós
Release Date: February 13, 2004 [EBook #11070]
Language: Spanish
Character set encoding: ISO-8859-1
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FONTANA DE ORO ***

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LA FONTANA DE ORO
B. PÉREZ GALDÓS
[Illustration: ARS-NATURA-VERITAS]

MADRID 1921

Los hechos históricos ó novelescos contados en este libro, se refieren á
uno de los periodos de turbación política y social más graves é
interesantes en la gran época de reorganización, que principió en 1812
y no parece próxima á terminar todavía. Mucho después de escrito este
libro, pues sólo sus últimas páginas son posteriores á la Revolución de
Septiembre, me ha parecido de alguna oportunidad en los días que
atravesamos, por la relación que pudiera encontrarse entre muchos
sucesos aquí referidos y algo de lo que aquí pasa; relación nacida, sin
duda, de la semejanza que la crisis actual tiene con el memorable
período de 1820-23. Esta es la principal de las razones que me han
inducido á publicarlo.
B.P.G.
Diciembre de 1870.

ÍNDICE

I.--La carrera de San Jerónimo en 1821. II.--El club patriótico III.--Un
lance patriótico y sus consecuencias IV.--Coletilla V.--La compañera
de Coletilla VI.--El sobrino de Coletilla VII.--La voz interior
VIII.--Hoy llega IX.--Los primeros pasos X.--La primera batalla
XI.--La tragedia de Los Gracos XII.--La batalla de Platerías XIII.--No
llega el esperado.--Llegada de un importuno XIV.--La determinación
XV.--Las tres ruinas XVI.--El siglo décimoctavo XVII.--El sueño del
liberal XVIII.--Diálogo entre ayer y hoy XIX.--El abate
XX.--Bozmediano XXI.--¡Libre! XXII.--El _vía-crucis_ de Lázaro
XXIII.--La Inquisición XXIV.--_Rosa mística_ XXV.--_Virgo
prudentísima_ XXVI.--Los disidentes de La Fontana XXVII.--Se
queda sola XXVIII.--El ridículo XXIX.--Las horas fatales
XXX.--Virgo fidelis XXXI.--La reunión misteriosa XXXII.--La
Fontanilla XXXIII.--Las arpías se ponen tristes XXXIV.--El
complot.--Triunfo de Lázaro XXXV.--El bonete del Nuncio
XXXVI.--Aclaraciones XXXVII.--El _vía-crucis_ de Clara
XXXVIII.--Continuación del _vía-crucis_ XXXIX.--Un momento de
calma XL.--El gran atentado XLI.--Fernando el Deseado XLII.--Virgo
potens XLIII.--Conclusión

CAPÍTULO PRIMERO

#La Carrera de San Jerónimo en 1821#.
Durante los seis inolvidables años que mediaron entre 1814 y 1820, la
villa de Madrid presenció muchos festejos oficiales con motivo de
ciertos sucesos declarados faustos en la Gaceta de entonces. Se alzaban
arcos de triunfo, se tendían colgaduras de damasco, salían á la calle las
comunidades y cofradías con sus pendones al frente, y en todas las
esquinas se ponían escudos y tarjetones, donde el poeta Arriaza
estampaba sus pobres versos de circunstancias. En aquellas fiestas, el
pueblo no se manifestaba sino como un convidado mas, añadido á la
lista de alcaldes, funcionarios, gentiles-hombres, frailes y generales; no
era otra cosa que un espectador, cuyas pasivas funciones estaban
previstas y señaladas en los artículos del programa, y desempeñaba
como tal el papel que la etiqueta le prescribía.
Las cosas pasaron de distinta manera en el período del 20 al 23, en que
ocurrieron los sucesos que aquí referimos. Entonces la ceremonia no
existía, el pueblo se manifestaba diariamente sin previa designación de
puestos impresa en la _Gaceta;_ y sin necesidad de arcos, ni oriflamas,
ni banderas, ni escudos, ponía en movimiento á la villa entera; hacía de
sus calles un gran teatro de inmenso regocijo ó ruidosa locura; turbaba
con un solo grito la calma de aquel que se llamó el Deseado por una
burla de la historia, y solía agruparse con sordo rumor junto á las
puertas de Palacio, de la casa de Villa ó de la iglesia de Doña María de
Aragón, donde las Cortes estaban.
Años de muchos lances fueron aquellos para la destartalada, sucia,
incómoda, desapacible y obscura villa! Sin embargo, no era ya Madrid
aquel lugarón fastuoso del tiempo de los reyes tudescos; sus gloriosas
jornadas del 2 de Mayo y del 3 de Diciembre, su iniciativa en los
asuntos políticos, la enaltecían, sobremanera. Era, además, el foro de la
legislación constituyente de aquella época, y la cátedra en que la
juventud más brillante de España ejercía con elocuencia la enseñanza
del nuevo derecho.
A pesar de todos estos honores, la villa y corte tenía un aspecto muy
desagradable. Mari-Blanca continuaba en la Puerta del Sol como la más
concreta expresión artística de la cultura matritense. Inmutable en su
grosero pedestal, la estatua, que en anteriores siglos había asistido al
tumulto de Oropesa y al motín de Esquilache, presidía ahora el

espectáculo de la actividad revolucionaria de este buen pueblo, que
siempre convergía á aquel sitio en
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