acaba por volver al punto de partida, pero por el lado del este. En vez 
de dar de esa manera la vuelta al mundo por mar, se puede efectuarla 
por tierra, ó bien tomar ya una ya otra de esas dos vías. El resultado es 
siempre el mismo: se sale de un punto en una dirección, y se vuelve al 
mismo punto por la opuesta. El primer viaje auténtico de 
circumnavegación fué efectuado por varios buques que mandaba el 
portugués Fernando Magallanes.[A] Ese navegante se embarcó el 20 de 
setiembre de 1519 en el Océano, en un puerto de España, y, 
dirigiéndose hacia el oeste, llegó al continente americano, descubierto 
poco tiempo hacía. La falta de un paso que le permitiese continuar su 
ruta hacia occidente, lo determinó á costear la América en la dirección 
del sur, á doblar la extremidad meridional de la misma por el estrecho 
que lleva su nombre, y á continuar su navegación hacia el oeste. Así 
atravesó el Pacífico, tocó en las Molucas, y los barcos acabaron por 
volver á Europa como si hubiesen venido de oriente, después de dar la 
vuelta entera al globo terráqueo.
[A: Magallanes no pudo acabar el viaje de circumnavegación, porque 
murió en las Molucas. Del mando de la escuadrilla se encargó entonces 
Sebastián de Elcano, marino vascongado, á quien el rey de España, que 
ordenó la expedición, dió como divisa un globo con esta frase: Primus 
circumdidisti me.] 
=10. Antípodas=.--No estando la Tierra, esta enorme masa, sostenida 
por parte alguna, se pregunta uno cómo es que no cae. Siendo esférica 
su forma, también extraña que sus habitantes puedan permanecer en 
equilibrio alrededor de todo ese globo. Cada punto de él tiene lo que se 
llama sus antípodas, es decir, un lugar en que lo alto y lo bajo se 
encuentran precisamente en sentido opuesto de lo alto y de lo bajo en el 
primer punto. ¿Cómo es posible, nos decimos, que las personas 
situadas en nuestros antípodas puedan mantenerse con las pies para 
arriba y la cabeza para abajo? 
[Illustración: Fig. 3.--Las verticales concurren en el interior de la 
Tierra.--Antípodas.] 
En realidad, las palabras caer, arriba y abajo son expresiones cuyo 
sentido es completamente relativo, esto es, que depende de la posición 
de cada observador. En cada punto, la vertical indica la dirección en 
que caen los cuerpos graves. Siendo redonda la Tierra, las verticales de 
todos sus puntos irían á reunirse, si se pudiera prolongarlas, en el centro 
mismo de nuestro globo. En ese centro es donde caerían todos los 
cuerpos situados en la superficie, si el suelo no les sirviese de apoyo. 
En cada sitio se establece el equilibrio relativamente á la dirección de la 
vertical y en el sentido de ésta. 
De análoga manera, en el cielo, donde se mueve la Tierra, no hay alto 
ni bajo. El Sol es para aquélla lo mismo que el centro de nuestro globo 
es para los cuerpos que se encuentran en su superficie. Si la Tierra no 
estuviese animada de un movimiento que la obliga á dar vueltas 
alrededor del Sol, caería inmediatamente sobre este astro. Por efecto de 
un movimiento análogo es por lo que la Luna no cae sobre la Tierra.
LA TIERRA GIRA SOBRE SÍ MISMA 
=11. Movimiento real de la Tierra.=--Puesto que en el intervalo de un 
día poco más ó menos, describen todos los astros juntos, Sol, Luna y 
estrellas, una circunferencia entera, sea por encima, sea por debajo del 
horizonte, resulta necesariamente de este hecho: 
Ó que el cielo efectúa una revolución en ese período; 
Ó que la Tierra gira sobre sí misma, en sentido contrario del 
movimiento diurno. 
Este segundo supuesto es el verdadero, según lo demostró antes que 
nadie Galileo, hará pronto tres siglos. 
Es completamente inverosímil que el movimiento diurno de las 
estrellas, del Sol y de la Luna pertenezcan individualmente á cada uno 
de estos cuerpos. Para que así ocurriese, sería necesario admitir que 
todos esos astros, sea cual fuese su distancia á la Tierra, se hallasen 
animados de prodigiosas velocidades, capaces de hacerles recorrer en 
24 horas una circunferencia entera; se necesitaría, por otra parte, que 
dichas velocidades fuesen desiguales, y tales, no obstante su 
desigualdad, que todas esas revoluciones independientes se realizaran 
rigurosamente en el mismo espacio de tiempo. 
Esos movimientos se explican del modo más sencillo, con sólo admitir 
que no son sino aparentes y que la Tierra es la que gira uniformemente 
de occidente á oriente, alrededor de un eje que pasa por su centro. Este 
eje conserva en el espacio dirección invariable, yendo á atravesar el 
cielo en dos puntos que parecen inmóviles. Son los polos celestes, que 
corresponden precisamente á los dos polos terrestres; éstos son los dos 
únicos puntos de la superficie de nuestro globo que, por hallarse 
situados en el eje mismo de    
    
		
	
	
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