Viajes por Europa y América | Page 2

Gorgonio Petano y Mazariegos
propósito por la naturaleza, va, jóven aun, á enriquecer nuestra
literatura con un libro original y bien escrito de Viajes, género que se
ha cultivado poco en España hasta el presente.
Apruébolo sinceramente por el asunto y la feliz manera de
desempeñarlo: lo aplaudo ademas porque creo que el conocimiento de
los paises extranjeros puede ser para el nuestro un poderoso estímulo de
adelanto en las vias del progreso en que con razon dice V. que ha
penetrado hace ya años, y tambien un argumento para responder
victoriosamente á los que nos acusan de estar aun en la barbarie
sumidos.
Hay ademas hoy en el mundo una señalada tendencia á suprimir las
distancias, borrar las distinciones y confundir los intereses. Van
desapareciendo poco á poco las antipatías de raza, van suavizándose las
rivalidades de nacionalidad; las corrientes de la humanidad se muestran
en su curso convergentes; y si la unificacion está léjos todavía, no tan
remota que el anteojo de la filosofía no la divise en lontananza.
En tales circunstancias, amigo mio, el libro de V. que presenta los
Españoles á los extranjeros, y á estos aquellos, como es costumbre en la
buena sociedad inglesa, cuando entre personas que no se conocen se
halla un tercero con ámbas relacionado: el libro de V., digo, fácil y
corrientemente escrito, observador sin pesadez, filósofo sin
pretensiones, presentándonos unos á otros, facilita el trato, y
consecuentemente prepara la amistad.
¡Cómo no ha de aplaudir el libro de V. quien como yo desea con toda
su alma una union de todos los pueblos, que acabe, si es posible, hasta

con el nombre de la guerra, y en consecuencia haga que de uno á otro
polo no haya mas imperio que el de la ley, y que esa sea siempre la
expresion de la voluntad universal!
Si no me es dado pues ni disertar científicamente sobre los viajes en
general: si no me atrevo á decir á V. pluma á pluma ya que no cara á
cara, todo lo bien que pienso, y que si no me engaño pensará el público
de su interesante libro: puedo por lo ménos en conciencia, y sin temor
de ofender la modestia del que le ha escrito, asegurar que no
ganaríamos poco en que todos los jóvenes que viajan lo hiciesen con el
fruto que V. y sobre todo en que, comprendiendo la deuda que todos
con la patria tenemos, la pagaran como V. haciendo á su pais partícipe
del resultado de sus estudios y observaciones.
En la imposibilidad de hacerle á V. un prólogo, le escribo lo que pienso
de sus Viajes: acepte V., amigo mio, acepte el óbolo de la
incompetencia, y crea sobre todo que solo por aquello de que
impossibile nemo tenetur, deja de complacerle tan por completo como
lo deseara su sincerisimo y apasionado amigo:
PATRICIO DE LA ESCOSURA.
Paris, noviembre 1857.

#DE COMO UN PRÓLOGO ES A VECES NECESARIO.#
No es la moda la que coloca la pluma en mis manos: al contrario, he
tenido necesidad de discutir conmigo mismo para convencerme de que
al resumir en un volúmen las notas de mis viajes, me obedezco, sin
tener en cuenta para nada que la moda es esta.
Teniendo la pasion de la lectura y alentado por la buena acojida que
han obtenido los diferentes ensayos literarios que he dado á la estampa,
nada mas lógico que bosquejar el cuadro de mis viajes.
¡El viaje! esta ha sido mi constante aspiracion desde que tuve la edad
de quince años. ¡Gracias mil á Dios que me ha otorgado la realizacion

de mis ensueños, acariciados tanto tiempo por mi imaginacion!
Sucedíame siempre una misma cosa cada vez que me paseaba en el
campo. La idea del viaje, siempre compañera de mi memoria, era
constantemente el tema seguro de mi conversacion: mirando siempre
delante de mí, me impacientaba contra el horizonte que cerraba el paso
á mi vista.
Los límites que las encumbradas montañas trazaban naturalmente á mi
curiosa mirada siempre ávida de penetrar á traves de los términos,
cruzábales afanoso con el pensamiento; y solazaba mi fantasía con el
bellísimo lienzo que en mi ilusion dibujaba.
Un cielo nuevo, diferentes praderas y torrentes, aire mas dilatado, otros
espacios, un mas allá distinto del que siempre me encerraba en su
estrecho ámbito; hé aquí mis deseos eternos.
Estas eran mis frases; esta mi necesaria conclusion cada vez que
regresaba del campo.
La idea de visitar nuevos paises, se presentaba constantemente á mi
imaginacion con un delicioso misterio que me fascinaba. La lengua, los
trajes, las costumbres, toda la vida analizada en conjunto y en detalle,
fingíala en mi deseo, como distinta y nueva, en parangon con la que yo
conocia.
Mas tarde, cuando entreví la utilidad de los viajes, por la instruccion y
conocimiento del mundo que reportan,
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