son reconocidos, y lo 
primero que á los españoles se pregunta por los encargados de la 
oficina aduanera, es que si llevan tabaco.
Tan luego como esta enojosa ocupacion se terminó, continuamos 
nuestro viaje hasta Bayona. Antes de llegar á esta ciudad, no obstante 
ser el trayecto tan corto, tuve lugar de acordarme de las casas de 
Beneficencia y de las formas con que se recibe á los extranjeros. Digo 
esto porque desde la frontera hasta Bayona encontré doce ó catorce 
mendigos que desde la carretera misma imploraban la compasion del 
viajero; esto por lo que se refiere á la organizacion del sistema de las 
casas de caridad pública; respecto á lo de las formas, dos veces nos 
pidieron los pasaportes, y dos veces fué detenida la diligencia desde la 
frontera hasta Bayona en cuya ciudad nos hicieron entregarlos de nuevo 
á las mismas puertas. 
Esta vigilancia continua que ciertamente molesta, en especial á los 
caractéres independientes, produce muy mal efecto. Mucho aplaudiria 
yo á los gobiernos que despues de adoptar las medidas necesarias que 
la tranquilidad de cada pueblo reclama, recibieran á los extranjeros con 
ménos lujo de accion gubernamental, con ménos formalidades. 
Antes de ocuparme de Bayona, pláceme consignar una observacion 
digna de ser notada. Algunos españoles traducidos que solo han llegado 
á la frontera de Francia, se esfuerzan en hacer creer que todo lo 
extranjero es bueno, é insoportable lo nacional. El descrédito que 
quieren hacer caer sobre el pais que los ha educado, se vuelve de 
rechazo sobre ellos. Yo, que me precio de ser eminentemente imparcial, 
diré á propósito de comunicaciones lo mismo que sobre todo, la verdad 
y nada mas que la verdad. 
La carretera de Madrid á Zaragoza, la de Madrid á Santander por 
Búrgos, la de Madrid á Bayona, la de Valencia á Madrid por las 
Cabrillas, y por último, todas las que abundan en las Provincias 
Vascongadas, son casi tan buenas y tan bien construidas y cuidadas 
como las de Francia, Italia y Suiza, que son las principales que he 
encontrado en Europa. El que diga lo contrario habla con prevencion é 
injusticia. 
Bayona tiene una soberbia campiña que hermosea extraordinariamente 
todo su término: la ciudad presenta muy buen aspecto; anchas y largas 
calles constituyen su elegante centro. Desde luego se apercibe el viajero
que Bayona es ciudad de alguna importancia; la animacion que reina 
por todas partes habla en pro de su riqueza y movimiento comercial: 
vida literaria ninguna. Hoteles y algunos edificios notables embellecen 
el interior de la ciudad: las plazas, en general grandes y hermosas, 
entretienen agradablemente la atencion. Como el interes de una 
poblacion como Bayona se gasta pronto para el extranjero, tomé billete 
en la diligencia de Burdeos, que á las dos de la tarde parte del Hotel del 
comercio[3]. 
Veinte horas poco mas ó ménos emplea la diligencia en su carrera de 
Bayona á Burdeos. La carretera que separa estas dos ciudades es buena 
como casi todas las de Francia. Es de notar que por todas partes se 
recrea y deleita la vista contemplando la cultivada campiña que se 
ostenta lozana en general. La Francia, que se ha visto libre de las 
prolongadas y eternas luchas que han desolado nuestra España; la 
Francia, que por otra parte cuenta con la enorme poblacion de 
36,000,000 de habitantes y se halla muy bien enclavada en Europa, ha 
tenido tiempo y brazos suficientes para hermosear su terreno, 
poblándole como lo está de casas de campo, y cultivar con esmero y 
asiduidad la tierra que embellece los términos, acrecienta la riqueza 
pública, da ocupacion á sus moradores y adelanta el progreso público. 
Sin episodio ni incidente alguno notable entré en Burdeos. 
Esta populosa ciudad, una de las primeras de Francia, anuncia ántes de 
entrar en su recinto lo importante de su significacion política y 
comercial. El viajero que llega á Burdeos procedente de Bayona, 
atraviesa una larga calle de tres cuartos de legua, cerrada con 
imponentes y majestuosos lienzos, que desemboca en una gran plaza. 
Algunos elegantes palacios embellecen la ciudad; un considerable 
número de hoteles, servidos regularmente, ofrecen comodidad al 
viajero. 
El comercio de la poblacion empujado por el grande sistema de 
comunicaciones que por tierra y por mar facilitan allí las relaciones, 
presta bastante vida á todo. Su celebrado víñedo, que tanta riqueza 
supone, adorna de un modo espléndido la campiña. Las tiendas de
comercios de la ciudad, vestidas casi con tanto lujo como las de Paris y 
Lóndres, comunican á su aspecto ese aire de fiesta que tanto gusta á la 
moda de decoracion actual. 
El teatro de Burdeos es un vasto edificio de piedra con cuatro fachadas 
de elegantes columnas, gallarda pompa de construccion y con riqueza 
de detalles arquitectónicos. Visto solamente su exterior, sobrepuja á los 
primeros de Europa tanto por su grandeza material como por su    
    
		
	
	
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