Un antiguo rencor | Page 2

George (Jorge) Ohnet
inspiradas s��lo en el inter��s que por usted tenemos mi marido y yo....
--Su marido de usted ... interrumpi�� la fogosa solterona, ?qu�� ha sabido? D��game usted la verdad!
--Pero si no sabe nada; supone solamente, como yo, que don Mauricio podr��, en un momento dado, ser impulsado por una influencia ... exterior....
--?Cu��l! Diga usted todo su pensamiento....
--?Pero si eso ser��a tan natural, querida se?orita!... El se?or Roussel de Pontournant....
--?Oh! Ya se ha pronunciado ese nombre execrable, exclam�� con amarga sonrisa la se?orita Guichard; si, el se?or Roussel, el tutor de Mauricio.
--Y primo hermano de usted, insinu�� la se?ora Tournemine.
--Y mi m��s mortal enemigo, s��, se?ora. He aqu�� el peligro para m��.... Pero lo he prevenido de antemano. El se?or Mauricio Aubry est�� indispuesto con su tutor y la ausencia del se?or Roussel en un d��a como este es buena prueba de lo que la digo. S��; para entrar en mi casa, el marido de mi sobrina deb��a romper todos los lazos con el que me odia.... Era preciso que escogiera entre ��l y nosotras y as�� lo ha hecho. ?Podr��a haber dudado un solo instante?
Al decir esto, la se?orita Guichard se?alaba �� los reci��n casados que estaban de pie cerca de la ventana del jard��n, muy cerca el uno del otro, sonrientes y radiantes, formando un precioso grupo. La joven se hab��a quitado el velo y la corona y con el traje blanco cubierto de flores de azahar, rubia y sonrosada y los ojos animados por la alegr��a, era la imagen viva de la felicidad. Muy moreno, la barba en punta, el cabello cortado coronando una hermosa frente, viva la mirada, Mauricio hab��a cogido la mano de Herminia y la hablaba con animaci��n. ?Qu�� dec��a? La se?orita Guichard no pod��a o��rlo. Pero la joven mov��a la cabeza con aire de duda y una cierta inquietud. Di�� algunos pasos por la escalinata y lentamente, seguida por Mauricio, descendi�� al jard��n. Una vez all��, seguros de estar �� salvo de los indiscretos, reanudaron la conversaci��n empezada en medio de sus invitados.
--Era el ��nico partido que pod��amos tomar, dijo Mauricio.
--Pero ?qu�� peligroso! suspir�� Herminia.
--Si hubi��ramos descubierto nuestros proyectos todo estaba perdido; ?pod��amos entonces obrar de otro modo que como lo hemos hecho?
--Es verdad. Pero, sin embargo, me oprime el coraz��n la idea de que enga?o �� la que me ha servido de madre.
--Es por su misma tranquilidad.
--?Est��s bien seguro?
--Mi padrino est�� pronto �� reconciliarse con ella.... Ayer mismo me lo repiti�� y lo har�� por cari?o hacia m��. ?Puedes admitir que la se?orita Guichard sea m��s intransigente y menos tierna?... Hay que contar con la primera impresi��n que producir�� �� tu t��a la presencia del se?or Roussel. ��l est�� decidido �� ofrecerle la mano y hasta �� darle explicaciones, ?y bien sabe Dios que no se las debe!... Si ante tanta condescendencia la se?orita Guichard no se desarma, ser�� preciso desesperar de todo. Yo estoy lleno de esperanza porque te adoro, y sin esa reconciliaci��n no hay dicha posible para nosotros.
--?Ah! Mauricio, hemos sido muy atrevidos ocultando la verdad �� mi t��a ...?Acaso hubiera sido mejor dec��rselo todo!
--?Para que un cuarto de hora despu��s me hubiera puesto en la puerta y me hubiera impedido volverte �� ver?
--Es posible que yo la hubiera enternecido con mis s��plicas y mis l��grimas. Me quiere verdaderamente y hubiera dudado antes de causarme tanta pena....
--Eso era dudoso, querida Herminia, mientras que ahora soy tu marido, me perteneces, tengo derechos sobre ti. Y si fueran puestos en duda....
--Bien, ?qu�� har��as? pregunt�� la joven con encantadora sonrisa.
--Tomar��a una resoluci��n violenta. Te llevar��a, de aqu��, y lejos de las luchas de familia, al abrigo de antiguos rencores, vivir��a para ti sola y tratar��a de hacerte olvidar con mi ternura las afecciones transitoriamente abandonadas....
--Eso ser��a una ingratitud.
--Eso ser��a habilidad. Ya ver��as como se establec��a prontamente la inteligencia. El vac��o que har��amos traer��a la reflexi��n y la reflexi��n producir��a la reconciliaci��n.... Cr��eme, querida Herminia, unidos somos muy fuertes.... Y si me dejas conducirte, si obras como yo te lo aconseje, tenemos segura la victoria.
--Me hace mucha falta creerlo as��....
Estaban en este momento en una preciosa calle de frondosos ��rboles, lejos de todas las miradas. Mauricio rode�� con el brazo el talle de su joven esposa y la atrajo hacia s��. Herminia, ruborizada, baj�� sus hermosos p��rpados y con un movimiento de gracioso abandono, apoy�� la cabeza en el hombro de Mauricio.... ��ste se inclin�� hacia ella y dulcemente acarici�� con un beso la blanca frente y los cabellos de oro de la mujer amada.... Y con lentitud tomaron de nuevo el camino de la casa, donde, en el sal��n, abierto de par en par, la se?orita Guichard segu��a haciendo los honores, ignorando el peligro que le amenazaba.
"Antiguo rencor" hab��a dicho Mauricio hablando de los disentimientos que divid��an hac��a veinte a?os al se?or Roussel y
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