español, que permanecerán en rehenes hasta que yo y mis 
compañeros llegásemos á Hong-kong, y se recibiera el primer plazo de 
indemnización, ó sean los 400,000 pesos.
4.a También se convino suprimir las Corporaciones religiosas de las 
Islas y establecer la autonomía en el órden político y administrativo, 
aunque á petición del General Primo de Rivera, éstos extremos no se 
consignaron por escrito, alegando que era muy humillante hacerlo así 
para el Gobierno Español, cuyo cumplimiento por otra parte, 
garantizaba él con su honor de caballero y militar. 
El General Primo de Rivera entregó el primer plazo de 400,000 pesos 
mientras aún permanecían los dos Generales en rehenes. 
Nosotros, los revolucionarios, cumplimos por nuestra parte con la 
entrega de armas, que pasaron de mil, como consta á todo el mundo por 
haberse publicado la noticia en los periódicos de Manila. Pero el citado 
Capitán General dejó de cumplir los demás plazos, la supresión de 
frailes y las reformas convenidas, no obstante haberse cantado el Te 
Deum; lo que causó profunda tristeza á mí y á mis compañeros; tristeza 
que se convirtió en desesperación al recibirse la carta del Teniente 
Coronel D. Miguel Primo de Rivera, sobrino de dicho General y su 
Secretario particular, avisándome que mis compañeros y yo nó 
podríamos ya volver á Manila. 
¿Es justo éste proceder del representante del Gobierno de 
España?--Contesten las conciencias honradas. 
 
III. 
NEGOCIACIONES 
No hube de permanecer con mis compañeros por mucho tiempo bajo el 
peso de tan crítica situación, porque en el mes de Marzo del referido 
año 1898 se me presentó un judío á nombre del Comandante del buque 
de guerra norte-americano Petrell, solicitando conferencia por encargo 
del Almirante Dewey. 
Celebráronse varias con el citado Comandante en las noches del 16 de 
Marzo al 6 de Abril, quien solicitando de mí volviera á Filipinas para 
reanudar la guerra de la independencia contra los Españoles, ofrecióme
la ayuda de los Estados Unidos, caso de declararse la guerra entre ésta 
nación y España. 
Pregunté entónces al Comandante del Petrell lo que Estados Unidos 
concedería á Filipinas, á lo que dicho Comandante, contestó que 
Estados Unidos era nación grande y rica, y nó necesitaba Colonias. 
En su vista, manifesté al Comandante la conveniencia de extender por 
escrito, lo convenido, á lo que contestó que así lo haría presente al 
Almirante Dewey. 
Estas conferencias quedaron interrumpidas por haber, el 5 de Abril, 
recibido cartas de Isabelo Artacho y de su Abogado, reclamándome 
200,000 pesos de la indemnización, parte que le correspondía percibir 
como Secretario del Interior que había sido en el Gobierno Filipino de 
Biak-na-bató, amenazándome llevar ante los Tribunales de Hong kong, 
si no me conformaba con sus exigencias. 
Aunque de paso haré constar que Isabelo Artacho llegó á Biak-na-bató 
é ingresó en el campo de la revolución el 2 de Septiembre de 1897, y 
fué nombrado Secretario, á principios de Noviembre, cuando la paz 
propuesta y trabajada por D. Pedro Alejandro Paterno, estaba casi 
concertada, como lo prueba el que en 14 de Diciembre siguiente se 
firmára.--Véase, pues, la injusta y desmedida ambición de Artacho al 
pretender la participación de 200.000 pesos por los pocos días de 
servicios que á la Revolución prestára. 
Además se había convenido entre todos nosotros los revolucionarios, 
en Biak-na-bató, que, en el caso de no cumplir los españoles lo 
estipulado, el dinero procedente de la indemnización, no se repartiría, y 
se destinaría á comprar armas para reanudar la guerra. 
Artacho, pues, obraba entónces como un espía, agente del General 
Primo de Rivera, toda vez que quería aniquilar la revolución, 
quitándola su más poderoso elemento, cual era, el dinero. Y así fué 
considerado el asunto por todos los Revolucionarios, acordándose en 
junta, saliera yó inmediatamente de Hong-kong, evitando la demanda 
de Artacho, á fin de que los demás tuvieran tiempo de conjurar éste
nuevo peligro para nuestros sacrosantos ideales, consiguiéndolo así en 
efecto: Artacho convino en retirar su demanda por medio de una 
transacción. 
En cumplimiento de dicho acuerdo, marchéme sigilosamente de 
Hong-kong, el dia 7 de Abril, embarcándome en el Taisan, y pasando 
por Saigón fuí á parar con la mayor reserva á Singapore, llegando á este 
puerto en el Eridan el 21 de dicho mes, hospedándome en casa de un 
paisano nuestro. Tal fué la causa de la interrupción de las 
importantisimas conferencias con el Almirante Dewey iniciadas por el 
Comandante del Petrell. 
Pero «el hombre propone y Dios dispone», refrán que en ésta ocasión 
se cumplió en todas sus partes; porque no obstante lo incógnito del 
viaje, á las cuatro de la tarde del dia de mi llegada á Singapoore, 
presentóse en la casa, donde me hospedaba, un inglés que, con mucho 
sigilo, dijo que el Cónsul de Estados Unidos de aquel punto, Mr. Pratt, 
deseaba conferenciar con D. Emilio Aguinaldo, á lo que se le contestó 
que    
    
		
	
	
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