Pepita Jiménez

Juan Valera
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Pepita Jiménez

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Title: Pepita Jiménez
Author: Juan Valera
Release Date: December 4, 2005 [EBook #17223]
Language: Spanish
Character set encoding: ISO-8859-1
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Pepita Jiménez
Por
Juan Valera
J. Noguera a cargo de M. Martínez
Madrid, España
1874
El señor deán de la catedral de..., muerto pocos años ha, dejó entre sus papeles un legajo,
que, rodando de unas manos en otras, ha venido a dar en las mías, sin que, por extraña
fortuna, se haya perdido uno solo de los documentos de que constaba. El rótulo del legajo
es la sentencia latina que me sirve de epígrafe, sin el nombre de mujer que yo le doy por

título ahora; y tal vez este rótulo haya contribuido a que los papeles se conserven, pues
creyéndolos cosa de sermón o de teología, nadie se movió antes que yo a desatar el
balduque ni a leer una sola página.
Contiene el legajo tres partes. La primera dice: _Cartas de mi Sobrino_; la segunda,
_Paralipómenos_; y la tercera, _Epílogo_. Cartas de mi hermano.
Todo ello está escrito de una misma letra, que se puede inferir fuese la del señor deán. Y
como el conjunto forma algo a modo de novela, si bien con poco o ningún enredo, yo
imaginé en un principio que tal vez el señor deán quiso ejercitar su ingenio
componiéndola en algunos ratos de ocio; pero, mirado el asunto con más detención y,
notando la natural sencillez del estilo, me inclino a creer ahora que no hay tal novela, sino
que las cartas son copia de verdaderas cartas, que el señor deán rasgó, quemó o devolvió
a sus dueños, y que la parte narrativa, designada con el título bíblico de _Paralipómenos_,
es la sola obra del señor deán, a fin de completar el cuadro con sucesos que las cartas no
refieren.
De cualquier modo que sea, confieso que no me ha cansado, antes bien me ha interesado
casi la lectura de estos papeles; y como en el día se publica todo, he decidido publicarlos
también, sin más averiguaciones, mudando sólo los nombres propios, para que, si viven
los que con ellos se designan, no se vean en novela sin quererlo ni permitirlo.
Las cartas que la primera parte contiene parecen escritas por un joven de pocos años, con
algún conocimiento teórico, pero con ninguna práctica de las cosas del mundo, educado
al lado del señor deán, su tío, y en el Seminario, y con gran fervor religioso y empeño
decidido de ser sacerdote.
A este joven llamaremos D. Luis de Vargas.
El mencionado manuscrito, fielmente trasladado a la estampa, es como sigue.

-I-
Cartas de mi sobrino
* * * * *
_22 de Marzo_.
Querido tío y venerado maestro: Hace cuatro días que llegué con toda felicidad a este
lugar de mi nacimiento, donde he hallado bien de salud a mi padre, al señor vicario y a
los amigos y parientes. El contento de verlos y de hablar con ellos, después de tantos años
de ausencia, me ha embargado el ánimo y me ha robado el tiempo, de suerte que hasta
ahora no he podido escribir a Vd.
Vd. me lo perdonará.

Como salí de aquí tan niño y he vuelto hecho un hombre, es singular la impresión que me
causan todos estos objetos que guardaba en la memoria. Todo me parece más chico,
mucho más chico; pero también más bonito que el recuerdo que tenía. La casa de mi
padre, que en mi imaginación era inmensa, es sin duda una gran casa de un rico labrador;
pero más pequeña que el Seminario. Lo que ahora comprendo y estimo mejor es el campo
de por aquí. Las huertas, sobre todo, son deliciosas. ¡Qué sendas tan lindas hay entre ellas!
A un lado, y tal vez a ambos, corre el agua cristalina con grato murmullo. Las orillas de
las acequias están cubiertas de yerbas olorosas y de flores de mil clases. En un instante
puede uno coger un gran ramo de violetas. Dan sombra a estas sendas pomposos y
gigantescos nogales, higueras y otros árboles, y forman los vallados la zarzamora, el rosal,
el granado y la madreselva.
Es portentosa la multitud de pajarillos que alegran estos campos y alamedas.
Yo estoy encantado con las huertas, y todas las tardes me paseo por ellas un par de horas.
Mi
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