Manfredo | Page 2

Lord Byron
que detenga sus tempanos. Yo soy el espiritu de estas montanas, podria hacerlas estremecer hasta sus cimientos cavernosos... ?Que es lo que quieres?
TERCER ESPIRITU.
En las profundidades azuladas de los mares, en donde no hay nada que agite las olas, en donde nunca ha soplado el viento, en los parages que habita la serpiente marina, y en donde la sirena adorna con conchas su verde cabellera, la voz de tu invocacion ha resonado como la tempestad sobre la superficie de las aguas, el eco la ha repetido en mi pacifico palacio de coral. Declara tus deseos al espiritu del Oceano.
CUARTO ESPIRITU.
En los parages en donde duerme el terremoto sobre una cama de fuego, en los parages en donde hierven los lagos de betun, en las concavidades subterraneas que reciben las raices de estas cordilleras cuyas cumbres ambiciosas se pierden en las nubes, he oido los acentos magicos, y subyugado por su poder, he dejado los lugares en que he nacido para ponerme cerca de ti. Ordena, yo obedecere.
QUINTO ESPIRITU.
Yo soy quien vuela sobre el aquilon y el que prepara las tormentas. La tempestad que he dejado detras de mi esta todavia ardiendo con los fuegos de los truenos y de los relampagos. Para llegar mas pronto en donde tu te hallas ha atravesado la tierra y los mares en un huracan. Un cefiro favorable hinchaba las velas de una flota que encontre, pero estara sepultada en las olas antes que aparezca la aurora.
SESTO ESPiRITU.
Mi morada es constantemente la oscuridad de la noche. ?Porque tus conjuros me fuerzan a ver la odiosa claridad?
SEPTIMO ESPIRITU.
El astro que preside a tu destino estaba dirigido por mi desde antes que la tierra fuese creada. Nunca habia girado un planeta mas hermoso al rededor del sol: su curso era libre y regular, ningun astro mas benefico existia en el espacio. La hora fatal llego: este astro se convirtio en una masa de fuego, en un cometa vago que amenazo al universo girando siempre por su propia fuerza, sin esfera y sin curso; horror brillante de las regiones etereas, monstruo disforme entre las constelaciones del cielo. En cuanto a ti, nacido bajo su influencia; tu, gusano a quien yo obedezco y que desprecio, cediendo a un poder que no te pertenece, y que no te ha sido prestado sino para someterte algun dia al mio, vengo por un momento a reunirme a los espiritus debiles que doblan aqui su rodilla; vengo a hablar a un ser tal como tu. ?Que me quieres pues, criatura de barro? ?que me quieres?
LOS SIETE ESPIRITUS.
La tierra, el Oceano, el aire, la noche, las montanas, los vientos y el astro de tu destino estan a tus ordenes. Hombre mortal, sus espiritus esperan tus deseos. ?Que quieres de nosotros, hijo de los hombres? ?que quieres?
MANFREDO.
El olvido.
EL PRIMER ESPIRITU.
?El olvido de que?
MANFREDO.
De lo que esta dentro de mi corazon. Leedlo, vos lo sabeis bien y yo no puedo esplicarlo.
EL ESPIRITU.
Nosotros no podemos darte sino lo que poseemos. Pidenos vasallos, una corona, el trono del mundo o de uno de sus imperios; pidenos una senal con la cual gobernaras a los elementos que nos obedecen; habla, tu puedes obtenerlo todo.
MANFREDO.
El olvido; iel olvido de mi mismo! ?No podreis encontrar lo que pido en las regiones secretas que me ofreceis tan liberalmente?
EL ESPIRITU.
Esto no existe en nuestra esencia, ni en nuestra sabiduria; pero ... tu puedes morir.
MANFREDO.
?La muerte me lo concedera?
EL ESPIRITU.
Nosotros somos inmortales, y no olvidamos nada, somos eternos, y para nosotros lo pasado y lo venidero son como lo presente: ved nuestra respuesta.
MANFREDO.
Esto es burlarse de mi; pero el poder que os ha conducido a mi presencia os ha puesto bajo mi disposicion. Esclavos, no hay que hacer mofa de las voluntades de vuestro senor. El alma, el espiritu, la chispa celeste, la luz de mi ser, tiene la misma brillantez y la misma penetracion que las vuestras, y no cedera jamas aunque se halle encerrada en una prision de barro. Respondedme, o sino sabreis quien soy.
EL ESPIRITU.
Nosotros repetiremos las mismas palabras; lo que acabas de decir puede ser tambien nuestra respuesta.
MANFREDO.
Esplicaos.
EL ESPIRITU.
Si como tu dices, tu esencia es semejante a la nuestra, te hemos respondido, diciendo que lo que los hombres llaman la muerte no tiene ningun poder sobre nosotros.
MANFREDO.
Sera pues en vano que os haya invocado en vuestras moradas; vosotros no quereis o no podeis socorrerme.
EL ESPIRITU.
Habla, te ofrecemos todo lo que poseemos: piensa bien en ello antes de despedirnos y pide. ?Quieres un reino, el poder sobre los hombres, la fuerza, una larga serie de dias?
MANFREDO.
iMalditos seais! ?que sacare de una larga vida? la mia ya ha durado demasiado; desapareced.
EL ESPIRITU.
Todavia un momento; mientras que estamos aqui quisieramos serte utiles. Piensa bien en esto; ?no hay algun otro don que pudieramos hallar digno de serte ofrecido?
MANFREDO.
Ninguno: esperad sin embargo... Un momento
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