en vuestras moradas; vosotros 
no quereis o no podeis socorrerme. 
EL ESPIRITU. 
Habla, te ofrecemos todo lo que poseemos: piensa bien en ello antes de 
despedirnos y pide. ?Quieres un reino, el poder sobre los hombres, la 
fuerza, una larga serie de dias? 
MANFREDO. 
iMalditos seais! ?que sacare de una larga vida? la mia ya ha durado 
demasiado; desapareced. 
EL ESPIRITU. 
Todavia un momento; mientras que estamos aqui quisieramos serte 
utiles. Piensa bien en esto; ?no hay algun otro don que pudieramos 
hallar digno de serte ofrecido?
MANFREDO. 
Ninguno: esperad sin embargo... Un momento antes de separarnos, 
quisiera veros cara a cara. Oigo vuestras voces, cuya dulzura 
melancolica se asemeja a las armonias melodiosas en medio de un lago 
cristalino; veo la inmovil claridad de una grande estrella, pero nada mas. 
Pareced a mi presencia tales como sois, uno despues de otro o todos 
juntos, pero en vuestra forma acostumbrada. 
EL ESPIRITU. 
Nosotros no tenemos otra forma que la de los elementos de los que 
somos el alma y el principio; pero designanos la forma que quieras, y 
sera la que adoptaremos. 
MANFREDO. 
Poco importa la forma; no hay ninguna sobre la tierra que sea hermosa 
o hedionda para mi: que aquel que entre vosotros este dotado de mas 
poder, tome el aspecto que le convenga. Yo lo espero. 
[El septimo Espiritu aparece bajo la figura de una hermosa muger.] 
EL SEPTIMO ESPIRITU. 
Miradme. 
MANFREDO. 
iO cielo! ?sera esto una ilusion? si tu no fueses un sueno o una imagen 
enganosa iaun podria considerarme dichoso! te estrecharia entre mis 
brazos y aun podriamos... (_la muger desaparece_). Mi corazon se halla 
destrozado. 
[Manfredo cae desmayado, y una voz hace oir el canto que sigue.] 
Cuando la luna brillara en las regiones aereas, el gusano fosforico en 
los cespedes, el meteoro al rededor de las sepulturas y una llama rojiza 
sobre las lagunas; cuando aparecera el relampago repentino de las 
estrellas que caigan, cuando los buhos haran oir sus tristes conciertos y 
las hojas permaneceran inmoviles y silenciosas en el bosque que cubre 
la colina, mi alma pesara sobre la tuya con fuerza y de una manera 
terrible. 
Por profundo que sea tu sueno tu espiritu no dormira; hay algunas 
sombras que nunca se desvaneceran para ti, y algunos pensamientos 
que nunca podras desterrar de tu corazon. Por un poder que te es 
desconocido, no podras nunca estar solo: este encanto secreto te 
envuelve como una mortaja, y es como una nube que te servira de 
prision.
Aunque tu no me veas pasar por tu lado, tus ojos me reconoceran como 
un objeto que no debe estar lejos, y que estaba cerca de ti habia muy 
poco. Cuando en este terror secreto volveras la cabeza, quedaras 
sorprendido de no verme con tu sombra sobre la tierra, y estaras 
obligado a disimular el poder cuyos efectos esperimentaras. 
Las palabras magicas pronunciadas sobre tu cabeza han atraido alli una 
maldicion terrible, y uno de los espiritus aereos te ha hecho caer en el 
lazo: en el soplido del viento habra una voz que te privara el alegrarte; 
la noche te negara el silencio de las sombras, y no podras ver brillar el 
sol sin desear al momento el es del dia. 
Yo he separado de tus lagrimas perfidas la esencia de un veneno mortal, 
he escogido la sangre mas negra de tu corazon, he arrancado a tu 
sonrisa la serpiente que se mantenia escondida en las arrugas de tu 
rostro, he tomado el hechizo que hacia tus labios tan peligrosos, he 
comparado todas estas ponzonas a los venenos mas sutiles; los tuyos 
son aun mas temibles. 
Por tu corazon de hierro y tu sonrisa de vibora, por tus ardides fatales, 
por tus miradas enganosas, por tu alma hipocrita, por tus artificios 
seductores y tu falsa sensibilidad, por el placer que encuentras en el 
dolor de los otros, por la fraternidad con Cain, vengo a condenarte a 
que seas tu mismo tu infierno. 
Derramo sobre tu cabeza el licor magico que te destina a los tormentos 
que te preparo, el sueno y la muerte estaran sordos a tus deseos y a tus 
suplicas; veras la muerte a tu lado para desearla y temerla. Pero ya tu 
decreto se cumple, y una cadena invisible te rodea con sus eslabones; 
mis palabras magicas producen su efecto: tu cabeza se turba y tu 
corazon esta proximo a marchitarse. 
 
ESCENA II. 
[El teatro representa el monte Jungfro; el dia da principio. Manfredo 
esta solo entre las rocas.] 
MANFREDO. 
Los espiritus que habia invocado me abandonan, las ciencias magicas 
que habia estudiado me son inutiles. Busco un remedio a mis males y 
no he hecho sino agriarlos: ceso de contar con el socorro de los 
espiritus; lo pasado no es de su resorte, y el porvenir ... hasta tanto que 
tambien    
    
		
	
	
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