The Project Gutenberg EBook of Impresiones, Poesías, by Jose 
Campo-Arana 
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Title: Impresiones, Poesías 
Author: Jose Campo-Arana 
Release Date: July 17, 2005 [EBook #16319] 
Language: Spanish 
Character set encoding: ISO-8859-1 
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IMPRESIONES, POESÍAS *** 
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IMPRESIONES 
POESÍAS
DE
JOSÉ CAMPO-ARANA 
CON UN PRÓLOGO
DE DON CÁRLOS COELLO 
MADRID
LIBRERÍA DE M. MURILLO
CALLE DE 
ALCALÁ, NÚM. 18
1876 
AL EXCMO. SEÑOR 
D. FRANCISCO ROMERO Y ROBLEDO 
_Debo á usted lo poco que soy y atenciones que con nada
podré 
pagarle: por gratitud y por cariño, coloco su nombre al frente de este
tomo de poesías._ 
JOSÉ CAMPO-ARANA. 
Madrid 29 de Diciembre de 1875. 
PRÓLOGO. 
I. 
La aparicion de las poesías de Don José Campo-Arana, es una de tantas 
respuestas victoriosas como la realidad ofrece diariamente á los 
empeñados en la triste tarea de probar al público que atravesamos un 
período de paralizacion y esterilidad artística; privando al talento del 
entusiasmo y de la fé, únicos estímulos que para él dejan á nuestra 
desangrada patria los que más prosaica y ventajosamente la explotan. 
No hay que negarlo; los mercaderes están aposentados en el templo del 
arte, y el público se hace su primer cómplice concediendo decidida 
proteccion á todo lo malo y escatimándola á todo lo bueno: lo que vive 
cuando todo conspira á su muerte, tendrá desgracia sin duda, pero no 
puede decirse con fundamento que carece de vitalidad. 
El arte vive, y vive tan sólo de sí mismo en nuestra sociedad indiferente, 
aturdida, ávida siempre de sensaciones y embotada para los 
sentimientos. Nada puede el arte esperar de ella: ella, por el contrario, 
debe esperarlo todo de él. El arte regenerará á quien le abandona; el 
arte enseñará á pensar á quien los hechos no inspiran una reflexion; el 
arte enseñará á sentir á quien las desventuras que directamente no le 
tocan, arrancan tan pocas lágrimas. 
El arte alienta y crece en España como una flor fragante entre 
pavorosas ruinas; y esto no es menester probarlo: basta con tomarse el 
sencillo trabajo de verlo. 
Nuestros pintores, áun despues de muertos Rosales y Fortuny, hacen el 
primer papel en los talleres de Roma, en los mercados de París y 
Lóndres; y si consiguen sobreponerse á las exigencias de una moda
estúpida, que tiende á empequeñecer el tamaño y el asunto de sus 
concepciones, los nombres de Velazquez y Murillo no serán los únicos 
que pronuncie la posteridad con cariñoso respeto. 
La música, desde que Gaztambide, Barbieri y Monasterio echaron 
sobre sí la difícil tarea de descubrir á nuestro filarmónico pueblo 
tesoros para él ignorados, ensancha su esfera de accion en España. 
Marqués coloca sus inspiradas sinfonías, sin extrañeza de nadie, con 
aprobacion de todos, al lado de las de Mozart y Beethoven, y Arrieta y 
Caballero engrandecen poco á poco la zarzuela para que, en dia no 
lejano, la noble aspiracion de la ópera española se convierta en hermosa 
y firme realidad. 
Aunque la escultura no hubiera producido en nuestra época otra cosa 
que la estátua, tan bien concebida como ejecutada, del torero 
moribundo, que tanto nos hizo admirar y sentir en la última exposicion, 
y los nombres de Ponzano, Suñol, los Vallmitjana y tantos otros no 
gozaran de reputacion europea, aquel atrevido intento, aquella estética 
innovacion, sería triunfo suficiente para la gloria de la más ingrata de 
las artes. 
En cuanto á la literatura... La grandeza del cuadro impone y espanta, 
pero su hermosura atrae y hace irresistible el deseo de ensanchar el 
ánimo con el placer de su descripcion. 
En el centro, en la cumbre del lienzo, se destaca una figura amable, 
sonriente, serena, que goza en vida de la estimacion y de la fama que la 
muerte concede á tan pocos: es un anciano en cuya mirada brillan 
juntamente el talento y la bondad con la misma fuerza, en cuya sien los 
laureles son tantos como las canas venerables: es el autor de _Los 
Amantes de Teruel_ y de La Ley de raza_ y de las Fábulas_ y de _Los 
Cuentos_: es D. Juan Eugenio Hartzenbusch. La época literaria que le 
cuenta dentro de sí, que le mira como su patriarca y áun le ha 
contemplado recientemente lanzar destellos dulces y puros como los de 
un sol de primavera en su ocaso, no puede ser acusada de esterilidad; 
tiene que ser respetada, si no envidiada, de cuantas le sigan en la 
sucesion de los tiempos.
Al lado de D. Juan, y rodeándole con cariño, hay tántos, que 
nombrarlos á todos, áun teniéndolos presentes, es empresa mayor    
    
		
	
	
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