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Doña Luz 
 
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Title: Doña Luz 
Author: Juan Valera 
Release Date: December 17, 2005 [EBook #17338] 
Language: Spanish 
Character set encoding: ISO-8859-1 
*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK DOÑA LUZ *** 
 
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Doña Luz 
Por 
Juan Valera 
Biblioteca Perojo 
Paris 
1897 
 
A la señora condesa de Gomar 
Estando en casa de V., en una noche del verano pasado, conté la sencilla historia de Doña
Luz. Hallola V. bien, gracias sin duda a la indulgencia con que me mira, y me animó para 
que la escribiese. Prometí escribirla y dedicársela a V.; aceptó V. la promesa, y hoy con 
el mayor gusto la cumplo. Lo que me desazona es el corto valer del don en sí o su ningún 
valer, si se atiende al de la persona a quien le dedico, por su talento y belleza tan general 
y justamente encomiada. Sea, con todo, mi dedicatoria muestra, aunque pobre, del 
respetuoso cariño que V. me inspira. 
Por lo demás, aunque la novela no divierta, creo yo que vale algo por las muy graves y 
severas lecciones que contiene. 
Pongo a un lado las mil y quinientas que cualquier agudo crítico puede sacar si se empeña 
en elogiarme y lucirse, y me limito a la lección que se da, no ya sólo a los frailes, que al 
fin pocos hay en España ahora, sino por extensión a todo caballero cortesano, viejo o algo 
machucho, que se enamora con amor vicioso. 
El desastrado caso del P. Enrique deberá servir de escarmiento y grabar en la mente del 
cortesano viejo, como moraleja principal, aquellas advertencias divinas con que el ilustre 
Micer Pietro Bembo hermosea y corona el libro de El cortesano. 
Estas advertencias dicen en resumen que el cortesano «enderece su deseo a la hermosura 
sola, y cuanto más pueda la contemple en ella misma simple y pura, y dentro en la 
imaginación la forme separada de toda materia, y formándola así la haga amiga y familiar 
de su alma, y allí la goce, y consigo la tenga días y noches en todo tiempo y lugar sin 
miedo de jamás perdella, acordándose siempre de que el cuerpo es cosa muy diferente de 
la hermosura, y que, no solamente no la acrecienta, mas que le apoca su perdición. Desta 
manera será nuestro cortesano viejo fuera de todas aquellas miserias y fatigas que suelen 
casi siempre sentir los mozos, y así no sentirá celos, ni sospechas, ni desabrimientos, ni 
iras, ni desesperaciones, ni otras mil locuras llenas de rabia, con las cuales muchas veces 
llegan los enamorados locos a tanto desatino que aun a sí mismos quitan la vida»: como 
sucedió al P. Enrique, volviendo a mi cuento. Al cual Padre le hubiera estado mejor 
valerse de este amor como de escala para subir a más alto grado. Porque, considerando la 
estrecheza de estar siempre ocupado en contemplar la hermosura de un cuerpo solo, debió 
sentir deseo de ensancharse algo y de salir de término tan angosto, y para ello debió 
también juntar en su mente muchas hermosuras, y, reduciéndolas a una sola, formar 
aquella que sobre toda la naturaleza se extiende y derrama. 
Sabido es, por último, que, por cima de este concepto universal de la hermosura, hay otra 
excelsa, increada y de la que todas proceden. Si el amor llega a columbrarla, ¿de qué no 
se olvida? Y entonces (y toda ésta es doctrina de micer Pietro Bembo), se abrasa el alma 
en aquella llama, simbolizada y prefigurada en la enorme pira, donde se quemó Hércules, 
después de todos sus trabajos, allá en la cumbre del monte Oeta, o se remonta y traspone 
en el ardiente carro, en que Elías abandonó la tierra y se fue volando a los cielos. 
Yo, señora, con el peso de los años, que ya me molesta bastante, y con no pocas 
saludables desilusiones, voy propendiendo, aunque pecador, a subir por este último 
camino. Y si bien en mis novelas se notan aún resabios y aficiones de hombre mundano, 
ya hay en ellas como señales de que me llaman a sí otras voces muy distintas de las del
mundo. 
Con esto, acaso perderá en amenidad lo que escribo, pero ganará en utilidad. Ahora que 
está en moda lo docente, dígame V. con franqueza si mi novela no enseña algo cuando 
esto enseña. 
Dele V., pues, su aprobación; acéptela y defiéndala ya que le pertenece; y créame su    
    
		
	
	
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