Juanita La Larga

Juan Valera

Juanita La Larga

The Project Gutenberg EBook of Juanita La Larga, by Juan Valera This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at www.gutenberg.net
Title: Juanita La Larga
Author: Juan Valera
Commentator: Paulino Garagorri, prologue
Release Date: August 8, 2005 [EBook #16484]
Language: Spanish
Character set encoding: ISO-8859-1
*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK JUANITA LA LARGA ***

Produced by Chuck Greif

JUAN VALERA

JUANITA LA LARGA
PROLOGO DE PAULINO GARAGORRI
SALVAT EDITORES, S.A.
1982 Salvat Editores, S.A. Impreso en: Gr��ficas Estella, S.A. Estella (Navarra)-1983 I.S.B.N. 84-345-8003-9 (obra completa) I.S.B.N. 84-345-8011-X (tomo 8) Dep��sito Legal: NA-40-1983 Printed in Spain Edici��n Integra especialmente autorizada para BIBLIOTECA B��SICA SALVAT

PROLOGO
Don Juan Valera no fue solamente novelista. Escribi�� mucho, Algo de todo, seg��n reza el t��tulo de uno de sus libros, y lo hizo a despecho de vacilaciones y desenga?os. ?Varias veces me di ya por vencido, y hasta por muerto; mas, apenas dej�� de ser escritor, cuando reviv�� como tal bajo diversa forma. Primero fui poeta; luego periodista; luego cr��tico; luego aspir�� a fil��sofo; luego tuve mis intenciones y conatos de dramaturgo, y al cabo trat�� de figurar como novelista.... Bajo esta ��ltima forma es como la gente me ha recibido menos mal; pero, aun as��, no las tengo todas conmigo.? Hoy, Valera es un autor cl��sico reconocido en toda historia de nuestra literatura, pero la frase final de la cita transcrita no es s��lo f��rmula de buena crianza para evitar la propia ponderaci��n, sino confidencia ��ntima de un hombre que ha corrido mucho pero sin asiento ni rumbo seguro. Pues, adem��s de tantear la carrera de escritor, cultivando tan diversos g��neros literarios, empe?�� su tiempo en otras profesiones. En su larga vida (muere cumplidos los ochenta y uno) residi�� muchos a?os fuera de Espa?a--en N��poles, Lisboa, R��o, Dresde, Mosc��, Francfort, Washington, Bruselas, Viena--, con cargos diplom��ticos que le confer��a o retiraba el Gobierno seg��n estuviese regido por amigos o enemigos pol��ticos. Y ��l quiso y logr�� intervenir activamente en la pol��tica, como diputado en varias legislaturas, y aun lleg�� a Subsecretario de Estado, pero por muy poco tiempo y al favor de la Revoluci��n de Septiembre de 1868, tan gloriosa como fugaz. Ten��a, adem��s, algo de hacienda propia, heredada, en tierras de C��rdoba, con lo que a veces sal��a de apuros y otras se ve��a envuelto en obligaciones. Cas�� ya cuarent��n con una joven a la que doblaba en edad y cuyo car��cter result�� poco acordado a sus gustos. ?Mi casa--escribe a un amigo--es el rigor de las desdichas. No me ha valido la posici��n que aqu�� tengo (de embajador, en Lisboa), los dineros, tal vez m��s de lo conveniente, que gasto, ni nada, para que mi mujer est�� alegre y satisfecha y no me muela.... En suma, yo estoy archifastidiado. No se case usted nunca. Raz��n tuvo la Iglesia cat��lica en establecer el celibato para los cl��rigos, y cl��rigos somos usted y yo? (Valera se dirig��a a Men��ndez Pelayo). Su vida fue, pues, movediza, con par��ntesis y alternativas, y a los giros de la biograf��a personal hay que sumar los grandes cambios que en la sociedad espa?ola le toc�� presenciar y compartir, desde el siniestro Fernando VII--naci�� en 1824--a las frivolidades de don Alfonso XIII--muere en 1905--. Sufri��, adem��s, algunos pesares acerbos: la muerte de su hijo primog��nito y predilecto, cuando ��l estaba lejos y solo, en Washington; el caso de una distinguida joven americana tan perdidamente enamorada, cuando ��l ten��a cumplidos los sesenta a?os, que se suicid�� al abandonar Valera aquellas tierras. Y, sin embargo, creo dif��cil hallar en toda la literatura castellana un autor que pueda ofrecer tantas p��ginas risue?as, divertidas y penetradas por un amor a la vida que anega las desventuras y limitaciones inevitables en una comprensi��n optimista que, al cabo, valora m��s la complacencia en lo realmente existente que en los defectos y ausencias que se echan de menos. No es que don Juan Valera fuese hombre bondadoso y contentadizo; por el contrario, sus dotes de cr��tico, su inteligencia penetrante e ir��nica fueron superlativas, aunque embozadas, porque el tiempo que le toc�� vivir lo requer��a. Pero siempre el _panfilismo_--el ?amor a todo?--, como ��l dec��a, sobrenada en sus p��ginas. Y principalmente en su labor, tard��a, de novelista.
Las novelas de Valera aparecen en dos etapas. En la primera, en los cinco a?os que median entre 1874 y 1879, se publican _Pepita Jim��nez_, Las ilusiones del doctor Faustino, El comendador Mendoza, Pasarse de listo y _Do?a Luz_, en una racha de excepcional intensidad; ten��a Valera por entonces entre cincuenta y cincuenta y cinco a?os, y en la dedicatoria que antepuso a El comendador Mendoza figuran las confidencias que cit�� al comienzo. De haber continuado a ese aire,
Continue reading on your phone by scaning this QR Code

 / 94
Tip: The current page has been bookmarked automatically. If you wish to continue reading later, just open the Dertz Homepage, and click on the 'continue reading' link at the bottom of the page.