Diario de la navegacion empredida en 1781

Basilio Villarino
Diario de la navegacion
empredida en 1781

The Project Gutenberg eBook, Diario de la navegacion empredida en
1781,
by Basilio Villarino, Edited by Pedro De Angelis
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Title: Diario de la navegacion empredida en 1781
Author: Basilio Villarino
Release Date: February 26, 2004 [eBook #11302]
Language: Spanish
Character set encoding: ISO-8859-1
***START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK DIARIO DE
LA NAVEGACION EMPREDIDA EN 1781***

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DIARIO DE LA NAVEGACION EMPRENDIDA EN 1781, DESDE
EL RIO NEGRO, PARA RECONOCER LA BAHIA DE TODOS LOS

SANTOS, LAS ISLAS DEL BUEN SUCESO, Y EL DESAGÜE DEL
RIO COLORADO;

POR
D. BASILIO VILLARINO, PILOTO DE LA REAL ARMADA

Primera Edicion. 1837.

DISCURSO PRELIMINAR AL RECONOCIMIENTO DEL
COLORADO.
Al cabo de dos siglos y medio de dominacion se resolvió la Corte de
Madrid á colonizar nuestras inmensas costas del sud: sus miras se
dirijieron primeramente á las bahias de San José y de San Julian,
concentrándose por último en el Rio Negro, que se consideró mas á
propósito para recibir una poblacion. Los aprestos se hicieron en
Montevideo, y el virey Vertiz, que gobernaba estas provincias, _acordó
con un carpintero_ los auxilios que debian darse á D. Juan de la Piedra,
nombrado Comisario y Superintendente de los nuevos establecimientos
patagónicos.
La expedicion zarpó el 15 de Diciembre de 1778, con cuatro buques, y
en tan mal estado, que el mayor de ellos hacia 40 pulgadas de agua por
hora al salir del puerto; asi es que emplearon cinco dias para
desembocar al Océano. Con tan infáustos auspicios se emprendió la
grande obra de la colonizacion de Patagónia!
Ni se variaron despues. Antes de llegar á la Bahia sin Fondo, donde
debia recalar la expedicion, estalló la discordia entre el Superintendente
y D. Francisco de Viedma, que desde entonces aspiraba á suplantarle:
en una correspondencia secreta que este último mantenia con el Virey,
le indujo á desaprobar el primer establecimiento que, segun las
instrucciones, Piedra habia fundado en la península de San José; y con
igual injusticia se residenció á Villarino que habia vuelto á Buenos
Aires á dar cuenta de sus reconocimientos. Se le acusó de infidencia,
sin mas fundamento que el haber sabido que el esclavo de un platero,
ocupado en sacar en limpio los borradores del piloto, los habia
mostrado á D. José Custodio Sâ y Farias, brigadier portugues, que
solicitaba entrar al servicio de España.
Sin embargo, el viage que en 1779 Villarino emprendió al Colorado fué

clasificado de descubrimiento, porque realmente nadie hasta entonces
habia visitado aquel rio: su situacion retirada, en el fondo de una bahia
toda sembrada de bancos y escollos, lo habia sustraido de las
observaciones de los navegantes, que, despues de haber reconocido el
Cabo San Antonio, se apartaban de la costa para no empeñarse
inutilmente en una penosa travesía.
Parece que el Superintendente Viedma no quedó satisfecho con este
reconocimiento, puesto que obligó Villarino á volver otras tres veces al
Colorado: la primera en 1780, la segunda en 1781, y la última en 1785.
El diario que publicamos corresponde al segundo de estos nuevos
viages, y lo hemos preferido por ser el mas completo, sin que sean de
desdeñarse algunos apuntes contenidos en los inéditos.
"Este rio (_el Colorado_) dice el autor en uno de ellos[1], tendrá la
cuarta parte del caudal del Rio Negro, ó menos. Yo lo pasé á caballo, y
adonde era mas hondo me llegó el agua al basto del lomillo. En su
desague no se vé reventazon; pero pienso sea de poco fondo, por lo
muy desplayado, y por los muchos bajos que se descubren en la
bajamar. La pleamar es una hora mas tarde que en la boca del Rio
Negro. Los bajos dichos estan sembrados, por la parte de adentro, de
las islas que forman, lo que pareció puerto á los de la chalupa."
"El rio tendrá de ancho 60 á 70 varas. Su agua es algo gruesa, y muy
inferior á la del Rio Negro: esto procede de un arroyo de agua salada
que, según me dijo un indio, le entra muy arriba de su desagüe[2]. Las
lagunas que hay en sus márgenes son saladas, y lo mismo las que se
hallan en el espacio comprendido entre estos dos rios, cuya distancia,
prudencialmente calculada, es de 24 leguas: esto es, del Colorado al
primer pozo, 8 leguas; del primero al
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