Actas capitulares desde el 21 hasta el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires

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Actas capitulares desde el 21 hasta el 25?by Anonymous

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Title: Actas capitulares desde el 21 hasta el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires
Author: Anonymous
Release Date: October 27, 2006 [EBook #19643]
Language: Spanish
Character set encoding: ISO-8859-1
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[Nota del transcriptor: La ortograf��a del original se conservaba.]

ACTAS CAPITULARES DESDE EL 21 HASTA EL 25 DE MAYO DE 1810, EN BUENOS-AIRES.
Primera Edicion.
BUENOS-AIRES. IMPRENTA DEL ESTADO, 1836.

PROLOGO
A LAS ACTAS CAPITULARES DEL MES DE MAYO DE 1810.
El primer monumento hist��rico de la Rep��blica Argentina se echaba menos en sus anales, por haberse omitido su publicacion cuando mas importaba divulgarlo. Se ignoran los motivos que influyeron en este descuido, ni queremos indagarlos, por respecto �� la memoria de los que, inconsideradamente �� por c��lculo, relegaron al olvido tan cl��sico documento.
Un pueblo oprimido, que sacude con dignidad sus cadenas, respetando los ��ltimos mandatarios de un poder expirante, presenta un fen��meno, talvez ��nico, en la s��rie de los grandes acontecimientos que han conmovido el mundo.
Las agresiones y los tumultos, que suelen ser los precursores de estas mudanzas, no prepararon la que se efectu�� en Buenos Aires en los ��ltimos dias de Mayo de 1810. El virey Cisneros, en el pleno egercicio de su autoridad, manifest�� los desastres de la pen��nsula, y el peligro en que se hallaba la nacion espa?ola de perder su libertad �� independencia. Desesperando de la conservacion de la monarquia, invoc�� voluntariamente el auxilio de un cuerpo deliberante, al que debian concurrir los representantes de la ciudad y de las provincias del vireinato, para establecer una representacion de la soberan��a del Se?or D. Fernando VII.[1]
[Nota 1: Proclama de 18 de Mayo de 1810.]
En un pueblo turbulento �� ind��cil, este solo anuncio hubiera producido un alboroto, y arrastrado el pa��s al borde de un abismo. Pero la buena ��ndole de sus habitantes, y la prudencia del Cabildo, les hicieron marchar con acierto en una senda nueva y peligrosa. Los miembros de esta ilustre corporacion, que hubieran podido asumir un poder que casi abdic�� el Virey, le rodearon de consideraciones, y se mantuvieron en su dependencia, hasta que el pueblo, legalmente convocado, se decidi�� �� reemplazarle por otra autoridad, que aunque bien definida en los primeros comicios, sufri�� notables modificaciones en los subsiguientes.
Las actas de estas asambleas, en que el pueblo tom�� por primera vez la actitud de un soberano, atestiguan su noble y juiciosa comportacion. ?Cuan pocos monumentos de esta clase nos ofrece la hist��ria! Estos tr��nsitos repentinos de la servidumbre �� la libertad est��n trazados con caract��res de sangre en los fastos de todas las naciones, sin excluir las mas ilustradas. En Inglaterra, en Italia, en Francia, cuando el pueblo recuperaba sus derechos, se entregaba �� los mayores excesos, y reemplazaba la tiran��a de un solo, por la aun mas insoportable de muchos.
El cambio de las instituciones en Buenos Aires no hizo estragos, �� pesar de ser brusco: y si los que se apoderaron despues de los destinos del pa��s, se hubiesen conservado en la senda que les se?al�� el voto de sus comitentes, muchas l��grimas se ahorr��ran, y el aniversario del gran dia de la P��tria se hubiera celebrado siempre con igual entusiasmo.
Lo que mas se recomend�� en aquellos dias de agitacion y sorpresa, fu��: "precaver toda division, radicar la confianza, cimentar la union, no tocar los extremos, &a"...Estos eran los consejos que daba una autoridad previsora,[2] y con los que simpatiz�� el pueblo, mientras estuvo bajo su influjo. Pero estos principios, que debian afianzar el ��rden y librar �� la sociedad de los embates de la anarquia, fueron calificados de anti-patri��ticos, como si el patriotismo consistiese en la exaltacion y el frenes��; y los que los profesaban, no tardaron �� ser el blanco de las mas torpes calumnias. Al esp��ritu de conservacion, sucedi�� el des��rden, y Buenos Aires tuvo tambien que lamentar sus v��ctimas.
[Nota 2: Proclama del Cabildo, del 22 de Mayo.]
La nueva Junta se instal�� con los mas felices auspicios, y �� egemplo del Cabildo, inculc�� tambien obediencia �� las leyes, respeto �� los magistrados, union entre todos, y (lo que mas honra sus miembros) deferencia y veneracion �� la persona del Virey, "dispens��ndole las consideraciones correspondientes �� su car��cter y al distinguido patriotismo con que, en favor
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